Nuestra sociedad nos lleva a reconocer nuestra propia transitoriedad en un mundo en el que las incertidumbres cada vez se hacen más agobiantes y las certezas son casi inexistentes, reconocemos nuestra comprensión tan limitada de la realidad humana, la sociedad y el mundo. Hoy es importante que nos reconozcamos como diferentes e iguales, como eternos y finitos como inmanentes y trascendentes, como algo simple y complejo a la vez, es tiempo de ingresar a un diálogo a fin de reconocernos como personas en este camino que nos toca transitar con pequeños espacios de descanso en un mundo cambiante, el futuro es incierto; pero cabe una esperanza y nosotros lo construimos, es preciso que reflexionemos de aquello que vivimos, aquello que nos preocupa, es un una época del Transmodernismo.
En la primera parte analizaremos los aspectos históricos de transmodernismos y la transmodernidad, en la segunda parte autores que se pueden considerar transmodernos y finalmente mi conclusión personal.
I
Siguiendo una concepción cíclica de la historia, podemos considerar que el progreso vital del individuo es cíclico; avanza hacia cotas crecientemente superiores de entropía, de homogeneización y aleatoriedad, de acuerdo con la Segunda Ley de la Termodinámica[1], la cual afecta a todos los sistemas en equilibrio inestable, incluidas, según Erwin Laszlo[2], las sociedades ¿Por qué no se pensó nunca que el universal evolutivo social acaso no fuera solamente lineal y que pudiera ser cíclico? Lo cíclico se agota después de una larga duración. Nos retrotrae a aquel universo caótico y multiforme; sin embargo, puede surgir un orden nuevo que, tal vez, no sea pernicioso, que implique la reconciliación de los contrarios, el concierto entre lo uno y lo múltiple en una armonía de la cual somos parte.
El tiempo cíclico nos recuerda a una modernidad cansada y el abismo al que de continuo se enfrenta la vida humana[3], se podría considerar que la expresión de caos se ha dado en la cultura del postmodernismo[4], en su versión más radical y hoy percibimos una nueva luz en la transmodernismo, un nueva forma de pensar en el futuro.
En lo trans Marisa Belausteguigoitia[5] reconoce un nuevo campo epistemológico. Para la autora lo trans es la palabra importante que hay que entender. Lo trans no es un inter (entre territorios), sino un “más allá de”. Con lo trans se genera otro territorio.
No se pasa una frontera sino que se transgrede. Una frontera se la cruza o atraviesa, se la penetra, tal vez se la transforma, o se la supera. Los contenidos de esos espacios, de esos cuerpos que se atraviesan quedan transgredidos, afectados. Lo trans aplaza o desplaza. Al decir lo trans se cambia la perspectiva del sujeto y su relación con el objeto. Lo trans genera un campo de existencia de algo complejo.
La autora también propone el manejo del término de "transmodernidad", para ella es un territorio en el que pueda superarse las identidades binarias y opuestas de raza o de género creadas por el paradigma nacional. Piensa entonces en un tipo de modernidad que pueda acoger otros sujetos y nuevos conocimientos creados a partir de esas nuevas subjetividades. Las chicanas son un ejemplo de translingüismo, transexualismo o transnacionalismo. Las chicanas son trans-todo. Ellas logran hacer estas inversiones que vienen junto con inversiones sexuales, con inversiones de la lengua, con inversiones de la nación. Esta sería la antítesis al modo de Hegel, y no una nueva síntesis, al modo como lo proponemos, la propuesta de la autora, genera nuevos conflictos de roles, la transgresión provoca mayor violencia y entonces tenemos una Masculinidad Tóxica al modo de Sergio Sinay, o mujeres masculinizadas según Nuria Aguilar[6], las transgresiones de roles, pueden incrementar la soledad y el vacío, la ausencia de compromisos evidencias lo que Zygmunt Barman, se refería las relaciones de bolsillo[7], la autora nos permite reconocer nuestra situación, pero no nos permite disolver el problema al modo del segundo Wittgenstein, parece que hoy la filosofía debería recobrar su función terapéutica.
Por otro lado, para Rosa María Rodríguez Magda, de la universidad de Valencia en su libro La sonrisa de Saturno, también propone la idea de Transmodernidad, para ella es el retorno, la copia, la pervivencia de una Modernidad débil, rebajada, ligth. La zona contemporánea transitada por todas las tendencias, los recuerdos, las posibilidades; transcendente y aparencial a la vez, voluntariamente sincrética en su “multicronía”. La Transmodernidad es una ficción: nuestra realidad, la copia que suplanta al modelo, un eclecticismo canallesco y angélico a la vez. La Transmodernidad es lo postmoderno sin su inocente rupturismo, la galería museística de la razón, para no olvidar la historia, que ha fenecido, para no concluir en el bárbaro asilvestramiento cibernético o mass-mediático; es proponer los valores como frenos o como fábulas, pero no olvidar, porque somos sabios, porque nuestro pasado lo ha sido. La Transmodernidad no es un deseo o una meta, simplemente está, como una situación estratégica, compleja y aleatoria no elegible; no es buena ni mala, benéfica o insoportable... y es todo eso juntamente... Es el abandono de la representación, es el reino de la simulación que se sabe real[8].
La autora buscaba ser un punto de arranque para vertebrar una teoría que, siendo irreverente, abriera caminos frente a las corrientes post que estaban embarrancando en un callejón sin salida, fascinados por una utilización excesivamente literaturizante de sus términos, enmarcado en un eclecticismo, como en un relativismo social y gnoseológicamente nihilista. La autora propone una teoría de retorno a una Modernidad débil, light¸ con una tendencia al sincretismo, y un acercamiento a lo antes irreconciliable. La propuesta de Rosa María Rodríguez gira en torno entre lo postmoderno y transmoderno. Consideramos que aún es un postmodernismo, una modernidad débil o al modo de Vattimo una forma de Pensamiento Débil, sin compromisos y una forma de sincretismos sin sentido, siempre light.
En otro sentido, el pensador mexicano Enrique Dussel[9] utiliza el concepto en el marco teórico emanado de la teología de la liberación y la reflexión sobre la identidad latinoamericana. Para Dussel la modernidad es un concepto hegemónico basado en el dominio y la exclusión del Otro: la periferia, los indígenas, el pueblo, las mujeres y los pobres.
La filosofía de la liberación pretendería ejercer una razón utópica desde el respeto a las particularidades. La transmodernidad y la poscolonialidad funcionan como medios de localización y hallazgo de nosotros mismos; son instrumentos de autonominación que revelan las diversas formas en que nuestra propia territorialización nos ha llevado a la desterritorialización de los demás. Implica afirmar lo negado, lo oculto por las modernidad y lo rechazado por la postmodernidad. Ambos, la transmodernidad y la poscolonialidad, son intentos de pensar el cristianismo, desde una óptica marginal de manera tal que las dimensiones espaciales y temporales puedan ser contempladas simultáneamente, y resignificadas.
En este sentido se entenderían por teorías transmodernas todas aquellas que, procedentes del tercer mundo de la periferie, reclaman un lugar propio frente a la modernidad occidental. Existe pues para Dussel un talante crítico, cristiano, de defensa de los excluidos, aunado a la percepción de una necesaria incorporación de la voz del otro, que pretende cohesionar en su uso de la noción de transmodernidad, parece que el estudio de Dussel, se configura al modo del proceso de Deconstrucción, propuesto por Derridá, el juego de opuestos binarios, reconoce el centro y lo marginal, luego ubicándose en un descentro, y su nuevo marginal; por ello, se hace necesario el estudio de la emergencia de los estudios subalternos, de la epistemología fronteriza protagoniza la reflexión del postcolonianismo latinoamericano, que se manifiesta también en denominaciones como razón post/imperial/occidental/colonial según W.D. Mignolo o la noción de Culturas híbridas[10] de N. García Canclini, consideramos que siguen siendo expresiones de un postmodernismo tardío.
Hemos analizado de manera muy breve las diversas concepciones que se han dado al término transmodernidad, consideramos que lo trans tiene que ver con la posibilidad de penetrar los límites y transformar los contenidos de estos límites, crear nuevos espacios de territorialidad, reconocer lo opuestos binarios; pero, no para superarlos sino para complementarlos, para concebir un todo. En este proceso se crea el transmodernismo, una cultura, una actitud que se gesta en un nuevo tiempo cronos y kairos, un espacio no sólo objetivo, sino subjetivo, vivimos una necesidad de estudios transdisciplinarios, de reconocimiento de identidades transnacionales, de producciones artísticas de transvanguardia, etc.
III
Consideramos que el pensamiento transmoderno, está creando un nuevo espacio, un poco moderno y postmoderno, una conciencia de la evolución cíclica y complementaria del análisis de sentido de vida. Penetrar los límites y transformar los contenidos de estos límites, de poder llegar a superar binarios y opuestos sin anularlos sino complementarlos en uno nuevo; pero más complejo, en una forma de agente emergente, se trata de la construcción de formas históricas sociales, que confieren un sentido radicalmente nuevo a los elementos mismos que le preceden .
Este es un momento de ansiedad permanente, un estado en el que ninguna forma que emerge tiene posibilidades de solidificarse ni de sobrevivir durante mucho tiempo, en otras palabras se trata de un estado de indecisión, sino de imposibilidad de decisión; convencionalmente se dice de crisis; sin embargo, asumiría el sentido de etimológico de la palabra crisis[11], es decir, es tiempo de tomar decisiones que permitan el mejor sentido de la vida, es una época como de tránsito, para hombres concientes de su transitoriedad[12], en el camino, para hombres un poco modernos y también postmodernos, que buscan la verdad, pero que recuestionan verdades legitimadas, que cuestionan la ciencia tradicional y buscan fundamentos epistemológicos, que ven al hombre como un ser inacabado, y poseedor de esencia[13]; rechazan todo tipo de concepción dualista ya que el hombre es una totalidad, donde razón y sentimiento se complementan como un todo en el ser humano.
El pensamiento transmoderno, se va respirando en nuevos intelectuales como Ziauddin Sardar y Edgard Morin, el primero expresamente transmoderno y el segundo con un aire de familia al modo del primero.
Para Ziauddin Sardar[14] ¿Qué significa un futuro transmoderno? Para explicarlo es necesario distinguir entre postmodernidad y transmodernidad. La postmodernidad representa aquello que viene tras la modernidad; por eso ha sido descrita en ocasiones como “la lógica del tardo-capitalismo”, ha seguido una trayectoria lineal que, arranca con el colonialismo, continúa con la modernidad y desemboca en la postmodernidad o postmodernismo.
El postmodernismo afirma que todas las grandes ideas que han configurado nuestra sociedad, como la religión, la razón, la ciencia, la tradición, la historia, la ética, el marxismo, etc.; no resisten un escrutinio filosófico. La verdad no existe, y todo aquello que nos prometa la certidumbre total es una farsa. Debe ser abandonado.
Es más, el postmodernismo sugiere que no existe una realidad última. Vemos lo que queremos ver, lo que nuestra posición espacio-temporal nos permite, enfocados por nuestra percepción histórico-cultural. En lugar de realidad, lo que tenemos es un océano de imágenes; un mundo donde la distinción entre imagen y realidad se ha perdido, como un performance.
Para el autor, el transmodernismo va más allá de la modernidad; trascendiéndola. A diferencia del postmodernismo, no es una proyección lineal. Podemos entenderlo mejor con la ayuda de la “teoría del caos”. El transmodernismo es la transferencia de la modernidad desde el límite del caos hacia un nuevo orden social. Así pues, el transmodernismo y la tradición no son dos cosmovisiones opuestas, sino una síntesis novedosa de ambos. Las sociedades tradicionales utilizan su capacidad para el cambio, haciéndose transmodernas sin perder su identidad a pesar de ello. Ambos términos de la ecuación son importantes: el cambio se produce y se consolida, mientras que los principios de la tradición, fuente de su identidad y espiritualidad, permanecen inalterables. Podemos definir un futuro transmoderno como una síntesis entre una tradición que estructura la existencia –y que es susceptible de cambio y transición- y una nueva forma de modernidad que respeta los valores y los estilos de vida de las culturas tradicionales. Es en este sentido en el que las comunidades tradicionales no son premodernas, sino transmodernas. Para Sardar la mayor parte del mundo musulmán está compuesto por sociedades tradicionales, que extraen de su tradición su fuerza vital, podemos considerarlo como transmoderno antes que pre-moderno, al igual que sucede en América Latina.
El mundo contemporáneo proporciona a la tradición la oportunidad de avanzar, sin dejar de ser lo que siempre ha sido, una fuerza adaptativa. El problema es que, la adaptación, por mucha que sea, no la libera del yugo de la marginalidad, la incomprensión y la tergiversación. No hay nada que pueda destronar la idea fija que de la “tradición” tiene el mundo occidental.
El transmodernismo no habla de enfrentamiento, o de un falso sentido de grandeza propia, sino de simbiosis entre lo moderno y lo postmoderno. Su meta es sustitución de la globalización homogeneizadora por lo que Anwar Ibrahim denomina “convivencia global”, es decir, la enriquecedora y armoniosa experiencia de vivir juntos, una forma de globalización personalizada.
Por otro lado, E. Morin[15], podría considerarse un exponente más del pensamiento transmoderno con su concepción de pensamiento complejo, donde el individuo como una unipluralidad, comprende tres instancias trinitarias, individuo-sociedad- especie, donde al mismo tiempo es natura y cultura, su propia afirmación comporta principios de exclusión y de inclusión, de antagonismos y complementariedad. El principio de exclusión asegura la identidad singular del individuo, el principio de inclusión inscribe el Yo en la relación con el prójimo, es reconocer nuestro egoísmo y nuestro altruismo, la fuente ética se encuentra en la religación con el prójimo, la comunidad y la sociedad, ya que la ética es religación y la religación es ética hacia una ética de la comprensión, yo diría una hermenéutica de la antropoética.
Para Morin, el futuro es una sociedad compleja que abarca la diversidad, no elimina los antagonismos y las dificultades de vivir, sino que comporta más religación, más comprensión, más consciencia, más solidaridad, más responsabilidad ¿Es posible esto? Se pregunta el autor. También aquí esto es imposible por el presente, pero este imposible es de quienes sí son posibles. De la desesperanza surge la esperanza ética[16].
IV
No es entonces una época en el que la modernidad ha fracasado, o sea un proyecto inacabado[17], es una época distinta, de decisión, de construir, de dar esperanza en la desesperanza, de forjar vínculos de confianza, de religación, de reconocer al prójimo, de ver a la verdad en un acontecer de vida y un camino de permanente construcción de una época de mostrar la luz, una época que inauguramos hoy, porque albergamos una esperanza y tomamos una decisión de construir un nuevo espacio, superior a la modernidad y a la postmodernidad, es una época de transmodernismo, José Isaacson , se refiere a un segundo Renacimiento, donde el hombre concreto es el protagonista de un nuevo humanismo, es el hombre total que ha asumido el proyecto de ser persona, en un Universo policéntrico, que intenta subrayar la unidad de la cultura, pues ya no se trata de enfrentar el arte y la ciencia, filosofía y la religión, sino reunirlos en una unidad enriquecedora y dialéctica[18], es una época que lo dice todo, lo reúne todo; pero es real en la medida que nos demos cuenta que éste también es un aire trasmoderno, donde todos en una diversidad cultural, nos reconocemos como diferentes e iniciamos un diálogo una forma de ecumenismo cultural, un ecumenismo racial, un ecumenismo religioso, son los aires de la globalización personalizada, son los aires de un nuevo pensamiento necesario para nuestra convivencia, como individuos, como sociedad, como especie, como criaturas, son pensamientos y reflexiones para un futuro Transmoderno.
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[1] Jairo Roldán, La Complementariedad: una filosofía para el siglo XX, 153
[2] Erwin Laszlo, La ciencia y el campo akádico. Una teoría integral del todo. http://www.adebate.com/descargas/Saber/FragmentopromoCienciaycampoAkasico.pdf
[3] Celso Sánchez Capdequí, Imaginación y sociedad. Una hermeneútica creativa de la cultura, 80
[4] Foster, Hal, (ed), La postmodernidad, 11
[5] Marisa Belausteguigoitia, Directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Autónoma de México (UNAM). http://www.lai.fu-berlin.de/es/e-earning/projekte/frauen_konzepte/projektseiten/konzeptebereich/be_trans/contexto.html
[6] Reflexiones de la Cátedra de Mujeres en la FEMEC Buenos Aires, Argentina.
[7] Zygmunt Barman, Amor líquido, 38
[8] Rosa María Rodríguez Magda “Transmodernidad; La globalización como totalidad transmoderna”. En Revista de Occidente, Nº4. 2007, www.alfonselmagnanim.com/
[9] Enrique Dussel. “Transmodernidad e Interculturalidad. Interpretación de la Filosofía de la liberación” UAM, México 2005. En www. afl/.org/avat.pdt
[10] Nestor García Caclini, Culturas Hibridas, Estrategias para entrar y salir de la modernidad, 19
[11] Etimológicamente se acerca más a criterio— principio para tomar decisiones correctas— fue Hipócrates quien recogió el verbo griego κρινειη (usado como “decidir”, “determinar”)
[12] José Isacson. La revolución de la persona, 179
[13] Ibid., 121
[14] Ziauddin Sardar, “Islam y occidente en un mundo transmoderno”. En http://www.musulmanesandaluces.org/hemeroteca/48/islam_y_occidente.htm
[15] Edgard Morin. El Método. Etica, 22
[16] Ibid., 199
[17] J. Habermas. El discurso filosófico de la Modernidad, 397
[18] José Isacson. Op. Cit., 5
En la primera parte analizaremos los aspectos históricos de transmodernismos y la transmodernidad, en la segunda parte autores que se pueden considerar transmodernos y finalmente mi conclusión personal.
I
Siguiendo una concepción cíclica de la historia, podemos considerar que el progreso vital del individuo es cíclico; avanza hacia cotas crecientemente superiores de entropía, de homogeneización y aleatoriedad, de acuerdo con la Segunda Ley de la Termodinámica[1], la cual afecta a todos los sistemas en equilibrio inestable, incluidas, según Erwin Laszlo[2], las sociedades ¿Por qué no se pensó nunca que el universal evolutivo social acaso no fuera solamente lineal y que pudiera ser cíclico? Lo cíclico se agota después de una larga duración. Nos retrotrae a aquel universo caótico y multiforme; sin embargo, puede surgir un orden nuevo que, tal vez, no sea pernicioso, que implique la reconciliación de los contrarios, el concierto entre lo uno y lo múltiple en una armonía de la cual somos parte.
El tiempo cíclico nos recuerda a una modernidad cansada y el abismo al que de continuo se enfrenta la vida humana[3], se podría considerar que la expresión de caos se ha dado en la cultura del postmodernismo[4], en su versión más radical y hoy percibimos una nueva luz en la transmodernismo, un nueva forma de pensar en el futuro.
En lo trans Marisa Belausteguigoitia[5] reconoce un nuevo campo epistemológico. Para la autora lo trans es la palabra importante que hay que entender. Lo trans no es un inter (entre territorios), sino un “más allá de”. Con lo trans se genera otro territorio.
No se pasa una frontera sino que se transgrede. Una frontera se la cruza o atraviesa, se la penetra, tal vez se la transforma, o se la supera. Los contenidos de esos espacios, de esos cuerpos que se atraviesan quedan transgredidos, afectados. Lo trans aplaza o desplaza. Al decir lo trans se cambia la perspectiva del sujeto y su relación con el objeto. Lo trans genera un campo de existencia de algo complejo.
La autora también propone el manejo del término de "transmodernidad", para ella es un territorio en el que pueda superarse las identidades binarias y opuestas de raza o de género creadas por el paradigma nacional. Piensa entonces en un tipo de modernidad que pueda acoger otros sujetos y nuevos conocimientos creados a partir de esas nuevas subjetividades. Las chicanas son un ejemplo de translingüismo, transexualismo o transnacionalismo. Las chicanas son trans-todo. Ellas logran hacer estas inversiones que vienen junto con inversiones sexuales, con inversiones de la lengua, con inversiones de la nación. Esta sería la antítesis al modo de Hegel, y no una nueva síntesis, al modo como lo proponemos, la propuesta de la autora, genera nuevos conflictos de roles, la transgresión provoca mayor violencia y entonces tenemos una Masculinidad Tóxica al modo de Sergio Sinay, o mujeres masculinizadas según Nuria Aguilar[6], las transgresiones de roles, pueden incrementar la soledad y el vacío, la ausencia de compromisos evidencias lo que Zygmunt Barman, se refería las relaciones de bolsillo[7], la autora nos permite reconocer nuestra situación, pero no nos permite disolver el problema al modo del segundo Wittgenstein, parece que hoy la filosofía debería recobrar su función terapéutica.
Por otro lado, para Rosa María Rodríguez Magda, de la universidad de Valencia en su libro La sonrisa de Saturno, también propone la idea de Transmodernidad, para ella es el retorno, la copia, la pervivencia de una Modernidad débil, rebajada, ligth. La zona contemporánea transitada por todas las tendencias, los recuerdos, las posibilidades; transcendente y aparencial a la vez, voluntariamente sincrética en su “multicronía”. La Transmodernidad es una ficción: nuestra realidad, la copia que suplanta al modelo, un eclecticismo canallesco y angélico a la vez. La Transmodernidad es lo postmoderno sin su inocente rupturismo, la galería museística de la razón, para no olvidar la historia, que ha fenecido, para no concluir en el bárbaro asilvestramiento cibernético o mass-mediático; es proponer los valores como frenos o como fábulas, pero no olvidar, porque somos sabios, porque nuestro pasado lo ha sido. La Transmodernidad no es un deseo o una meta, simplemente está, como una situación estratégica, compleja y aleatoria no elegible; no es buena ni mala, benéfica o insoportable... y es todo eso juntamente... Es el abandono de la representación, es el reino de la simulación que se sabe real[8].
La autora buscaba ser un punto de arranque para vertebrar una teoría que, siendo irreverente, abriera caminos frente a las corrientes post que estaban embarrancando en un callejón sin salida, fascinados por una utilización excesivamente literaturizante de sus términos, enmarcado en un eclecticismo, como en un relativismo social y gnoseológicamente nihilista. La autora propone una teoría de retorno a una Modernidad débil, light¸ con una tendencia al sincretismo, y un acercamiento a lo antes irreconciliable. La propuesta de Rosa María Rodríguez gira en torno entre lo postmoderno y transmoderno. Consideramos que aún es un postmodernismo, una modernidad débil o al modo de Vattimo una forma de Pensamiento Débil, sin compromisos y una forma de sincretismos sin sentido, siempre light.
En otro sentido, el pensador mexicano Enrique Dussel[9] utiliza el concepto en el marco teórico emanado de la teología de la liberación y la reflexión sobre la identidad latinoamericana. Para Dussel la modernidad es un concepto hegemónico basado en el dominio y la exclusión del Otro: la periferia, los indígenas, el pueblo, las mujeres y los pobres.
La filosofía de la liberación pretendería ejercer una razón utópica desde el respeto a las particularidades. La transmodernidad y la poscolonialidad funcionan como medios de localización y hallazgo de nosotros mismos; son instrumentos de autonominación que revelan las diversas formas en que nuestra propia territorialización nos ha llevado a la desterritorialización de los demás. Implica afirmar lo negado, lo oculto por las modernidad y lo rechazado por la postmodernidad. Ambos, la transmodernidad y la poscolonialidad, son intentos de pensar el cristianismo, desde una óptica marginal de manera tal que las dimensiones espaciales y temporales puedan ser contempladas simultáneamente, y resignificadas.
En este sentido se entenderían por teorías transmodernas todas aquellas que, procedentes del tercer mundo de la periferie, reclaman un lugar propio frente a la modernidad occidental. Existe pues para Dussel un talante crítico, cristiano, de defensa de los excluidos, aunado a la percepción de una necesaria incorporación de la voz del otro, que pretende cohesionar en su uso de la noción de transmodernidad, parece que el estudio de Dussel, se configura al modo del proceso de Deconstrucción, propuesto por Derridá, el juego de opuestos binarios, reconoce el centro y lo marginal, luego ubicándose en un descentro, y su nuevo marginal; por ello, se hace necesario el estudio de la emergencia de los estudios subalternos, de la epistemología fronteriza protagoniza la reflexión del postcolonianismo latinoamericano, que se manifiesta también en denominaciones como razón post/imperial/occidental/colonial según W.D. Mignolo o la noción de Culturas híbridas[10] de N. García Canclini, consideramos que siguen siendo expresiones de un postmodernismo tardío.
Hemos analizado de manera muy breve las diversas concepciones que se han dado al término transmodernidad, consideramos que lo trans tiene que ver con la posibilidad de penetrar los límites y transformar los contenidos de estos límites, crear nuevos espacios de territorialidad, reconocer lo opuestos binarios; pero, no para superarlos sino para complementarlos, para concebir un todo. En este proceso se crea el transmodernismo, una cultura, una actitud que se gesta en un nuevo tiempo cronos y kairos, un espacio no sólo objetivo, sino subjetivo, vivimos una necesidad de estudios transdisciplinarios, de reconocimiento de identidades transnacionales, de producciones artísticas de transvanguardia, etc.
III
Consideramos que el pensamiento transmoderno, está creando un nuevo espacio, un poco moderno y postmoderno, una conciencia de la evolución cíclica y complementaria del análisis de sentido de vida. Penetrar los límites y transformar los contenidos de estos límites, de poder llegar a superar binarios y opuestos sin anularlos sino complementarlos en uno nuevo; pero más complejo, en una forma de agente emergente, se trata de la construcción de formas históricas sociales, que confieren un sentido radicalmente nuevo a los elementos mismos que le preceden .
Este es un momento de ansiedad permanente, un estado en el que ninguna forma que emerge tiene posibilidades de solidificarse ni de sobrevivir durante mucho tiempo, en otras palabras se trata de un estado de indecisión, sino de imposibilidad de decisión; convencionalmente se dice de crisis; sin embargo, asumiría el sentido de etimológico de la palabra crisis[11], es decir, es tiempo de tomar decisiones que permitan el mejor sentido de la vida, es una época como de tránsito, para hombres concientes de su transitoriedad[12], en el camino, para hombres un poco modernos y también postmodernos, que buscan la verdad, pero que recuestionan verdades legitimadas, que cuestionan la ciencia tradicional y buscan fundamentos epistemológicos, que ven al hombre como un ser inacabado, y poseedor de esencia[13]; rechazan todo tipo de concepción dualista ya que el hombre es una totalidad, donde razón y sentimiento se complementan como un todo en el ser humano.
El pensamiento transmoderno, se va respirando en nuevos intelectuales como Ziauddin Sardar y Edgard Morin, el primero expresamente transmoderno y el segundo con un aire de familia al modo del primero.
Para Ziauddin Sardar[14] ¿Qué significa un futuro transmoderno? Para explicarlo es necesario distinguir entre postmodernidad y transmodernidad. La postmodernidad representa aquello que viene tras la modernidad; por eso ha sido descrita en ocasiones como “la lógica del tardo-capitalismo”, ha seguido una trayectoria lineal que, arranca con el colonialismo, continúa con la modernidad y desemboca en la postmodernidad o postmodernismo.
El postmodernismo afirma que todas las grandes ideas que han configurado nuestra sociedad, como la religión, la razón, la ciencia, la tradición, la historia, la ética, el marxismo, etc.; no resisten un escrutinio filosófico. La verdad no existe, y todo aquello que nos prometa la certidumbre total es una farsa. Debe ser abandonado.
Es más, el postmodernismo sugiere que no existe una realidad última. Vemos lo que queremos ver, lo que nuestra posición espacio-temporal nos permite, enfocados por nuestra percepción histórico-cultural. En lugar de realidad, lo que tenemos es un océano de imágenes; un mundo donde la distinción entre imagen y realidad se ha perdido, como un performance.
Para el autor, el transmodernismo va más allá de la modernidad; trascendiéndola. A diferencia del postmodernismo, no es una proyección lineal. Podemos entenderlo mejor con la ayuda de la “teoría del caos”. El transmodernismo es la transferencia de la modernidad desde el límite del caos hacia un nuevo orden social. Así pues, el transmodernismo y la tradición no son dos cosmovisiones opuestas, sino una síntesis novedosa de ambos. Las sociedades tradicionales utilizan su capacidad para el cambio, haciéndose transmodernas sin perder su identidad a pesar de ello. Ambos términos de la ecuación son importantes: el cambio se produce y se consolida, mientras que los principios de la tradición, fuente de su identidad y espiritualidad, permanecen inalterables. Podemos definir un futuro transmoderno como una síntesis entre una tradición que estructura la existencia –y que es susceptible de cambio y transición- y una nueva forma de modernidad que respeta los valores y los estilos de vida de las culturas tradicionales. Es en este sentido en el que las comunidades tradicionales no son premodernas, sino transmodernas. Para Sardar la mayor parte del mundo musulmán está compuesto por sociedades tradicionales, que extraen de su tradición su fuerza vital, podemos considerarlo como transmoderno antes que pre-moderno, al igual que sucede en América Latina.
El mundo contemporáneo proporciona a la tradición la oportunidad de avanzar, sin dejar de ser lo que siempre ha sido, una fuerza adaptativa. El problema es que, la adaptación, por mucha que sea, no la libera del yugo de la marginalidad, la incomprensión y la tergiversación. No hay nada que pueda destronar la idea fija que de la “tradición” tiene el mundo occidental.
El transmodernismo no habla de enfrentamiento, o de un falso sentido de grandeza propia, sino de simbiosis entre lo moderno y lo postmoderno. Su meta es sustitución de la globalización homogeneizadora por lo que Anwar Ibrahim denomina “convivencia global”, es decir, la enriquecedora y armoniosa experiencia de vivir juntos, una forma de globalización personalizada.
Por otro lado, E. Morin[15], podría considerarse un exponente más del pensamiento transmoderno con su concepción de pensamiento complejo, donde el individuo como una unipluralidad, comprende tres instancias trinitarias, individuo-sociedad- especie, donde al mismo tiempo es natura y cultura, su propia afirmación comporta principios de exclusión y de inclusión, de antagonismos y complementariedad. El principio de exclusión asegura la identidad singular del individuo, el principio de inclusión inscribe el Yo en la relación con el prójimo, es reconocer nuestro egoísmo y nuestro altruismo, la fuente ética se encuentra en la religación con el prójimo, la comunidad y la sociedad, ya que la ética es religación y la religación es ética hacia una ética de la comprensión, yo diría una hermenéutica de la antropoética.
Para Morin, el futuro es una sociedad compleja que abarca la diversidad, no elimina los antagonismos y las dificultades de vivir, sino que comporta más religación, más comprensión, más consciencia, más solidaridad, más responsabilidad ¿Es posible esto? Se pregunta el autor. También aquí esto es imposible por el presente, pero este imposible es de quienes sí son posibles. De la desesperanza surge la esperanza ética[16].
IV
No es entonces una época en el que la modernidad ha fracasado, o sea un proyecto inacabado[17], es una época distinta, de decisión, de construir, de dar esperanza en la desesperanza, de forjar vínculos de confianza, de religación, de reconocer al prójimo, de ver a la verdad en un acontecer de vida y un camino de permanente construcción de una época de mostrar la luz, una época que inauguramos hoy, porque albergamos una esperanza y tomamos una decisión de construir un nuevo espacio, superior a la modernidad y a la postmodernidad, es una época de transmodernismo, José Isaacson , se refiere a un segundo Renacimiento, donde el hombre concreto es el protagonista de un nuevo humanismo, es el hombre total que ha asumido el proyecto de ser persona, en un Universo policéntrico, que intenta subrayar la unidad de la cultura, pues ya no se trata de enfrentar el arte y la ciencia, filosofía y la religión, sino reunirlos en una unidad enriquecedora y dialéctica[18], es una época que lo dice todo, lo reúne todo; pero es real en la medida que nos demos cuenta que éste también es un aire trasmoderno, donde todos en una diversidad cultural, nos reconocemos como diferentes e iniciamos un diálogo una forma de ecumenismo cultural, un ecumenismo racial, un ecumenismo religioso, son los aires de la globalización personalizada, son los aires de un nuevo pensamiento necesario para nuestra convivencia, como individuos, como sociedad, como especie, como criaturas, son pensamientos y reflexiones para un futuro Transmoderno.
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[1] Jairo Roldán, La Complementariedad: una filosofía para el siglo XX, 153
[2] Erwin Laszlo, La ciencia y el campo akádico. Una teoría integral del todo. http://www.adebate.com/descargas/Saber/FragmentopromoCienciaycampoAkasico.pdf
[3] Celso Sánchez Capdequí, Imaginación y sociedad. Una hermeneútica creativa de la cultura, 80
[4] Foster, Hal, (ed), La postmodernidad, 11
[5] Marisa Belausteguigoitia, Directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Autónoma de México (UNAM). http://www.lai.fu-berlin.de/es/e-earning/projekte/frauen_konzepte/projektseiten/konzeptebereich/be_trans/contexto.html
[6] Reflexiones de la Cátedra de Mujeres en la FEMEC Buenos Aires, Argentina.
[7] Zygmunt Barman, Amor líquido, 38
[8] Rosa María Rodríguez Magda “Transmodernidad; La globalización como totalidad transmoderna”. En Revista de Occidente, Nº4. 2007, www.alfonselmagnanim.com/
[9] Enrique Dussel. “Transmodernidad e Interculturalidad. Interpretación de la Filosofía de la liberación” UAM, México 2005. En www. afl/.org/avat.pdt
[10] Nestor García Caclini, Culturas Hibridas, Estrategias para entrar y salir de la modernidad, 19
[11] Etimológicamente se acerca más a criterio— principio para tomar decisiones correctas— fue Hipócrates quien recogió el verbo griego κρινειη (usado como “decidir”, “determinar”)
[12] José Isacson. La revolución de la persona, 179
[13] Ibid., 121
[14] Ziauddin Sardar, “Islam y occidente en un mundo transmoderno”. En http://www.musulmanesandaluces.org/hemeroteca/48/islam_y_occidente.htm
[15] Edgard Morin. El Método. Etica, 22
[16] Ibid., 199
[17] J. Habermas. El discurso filosófico de la Modernidad, 397
[18] José Isacson. Op. Cit., 5
Artìculo Publicado por la Universidad Complutense de Madrid, en el IV Congreso Internacional de la Sociedad Académica de Filosofía. "Pensar el Futuro". Febrero del 2009.
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